lunes, 15 de diciembre de 2014

L'incontro con Garance



Ahora debería escribir una entrada sobre publicidad, pero el tema me aburre. Y como lo mío es ser un ácrata y un pasota prefiero escribir sobre una peli que vi el otro día. Es una peli antigua, una de esas cuyo título suena rara vez, pero que sin duda es de una poesía genial. Se llama "Les enfants du paradis", que significa "los niños del paraíso" (el paradis en francés es el palco de los teatros desde donde los más pobres veían las obras). La historia trata sobre el encuentro de un mimo llamado Baptiste con una mujer, Garance. Se conocen de un modo particular. Garance acude a una plaza para ver un espectáculo en el que participa Baptiste. En medio del bullicio alguien le roba el reloj a un espectador que en su distracción no se da cuenta del hurto; cuando la función acaba y el hombre echa en falta su preciada joya, arma un escándalo y acusa a Garance del robo: "au voleur, au voleur!" Garance trata de defenderse de las acusaciones pero nadie le hace caso. Cuando los policías proceden a llevársela arrestada, Baptiste, que desde el escenario había visto todo, rompe su silencio de mimo y explica, como él mejor sabe, el verdadero desarrollo del delito. Finalmente, cuando Garance es probada inocente le regala una flor a Baptiste y se marcha. Ese es uno de los muchos encuentros que tendrán. Más tarde Garance irá a actuar con Baptiste al teatro pero no os contaré la historia, si queréis la veis. Lo que me interesa sobre todo es la relación que se establece entre ambos. Garance es una femme fatale, elle aime à ceux qui l'aiment, ama a quien la ama. Pero Baptiste es un mimo, es un ser demasiado frágil siquiera para hablar, un ser que vive enfrascado en una urna de la que no puede salir. Preciosa y terrible metáfora, ¿no? Un gran ser oculto en la apariencia de un mimo enclenque, incapaz de hablar, con una mirada perdida, que va más allá de lo que le rodea, como si lo que le rodeara fuera insuficiente. Y entonces una flor de Garance y un beso aparecen en su urna y eso es algo que no tiene que interpretar, eso está ahí en su mano. Pero el problema del mimo es que su sordera espiritual le impide escuchar lo que sucede a su alrededor y trata de guardar lo inasible, sin ver que se escurre, que se escapa. Tiende a cosificar o, mejor aún, a reificar aquéllo y a aquéllos que le rodean. Trata de llevarlos al campo de lo imposible, como la luna, o el horizonte o la estrella o la nube. Esta idea aparece en la película cuando Baptiste representa con Garance una obra en la que ella hace de estatua. Baptiste la mira como contemplando un mármol, como si su yo se redujera a la nada, a un suspiro. Eterno drama entre el artista y la modelo, tan humano, tan picasso. Y no os confundáis, esto no es cursilería a lo Werther, esto existe desde que no sé qué semidiós amara a una nube con la forma de la diosa Juno o desde que Ícaro muriese por acercarse demasiado al Sol y perdón por la digresión.

1 comentario:

  1. Después de leer tu entrada (un placer, por cierto), he estado indagando sobre la película. No la conocía. Me la anoto para verla. Muy bien.

    ResponderEliminar